Dificultad para terminar una tarea, falta de concentración, roces cada vez más frecuentes y el aburrimiento son algunas de las consecuencias que surgen puertas adentro al intentar congeniar trabajo remoto, doméstico y educación virtual en medio del aislamiento por coronavirus.
“¿Mami jugamos?” es la pregunta del momento”, dice Eurídice, periodista, madre de dos hijos (7 y 5 años) que desde el lunes comenzó a trabajar de manera remota desde su casa.
Así aparecen los libros de cuentos, las masas caseras, los juegos de mesa, los videos educativos, hasta llegar a las tan resistidas pantallas.
“Mi compañero es emprendedor -agregó-, está tratando de generar trabajo y en este contexto la organización es caótica: nos peleamos mucho y es difícil establecer tiempos absolutos de trabajo y, al final, cuando ya pintamos, leímos y jugamos con masa, termino enchufando los chicos a la tele”.
Para paliar el caos doméstico explicó que intenta “imponerse rutinas”. “Levantarnos, desayunar, vestirnos como si fuéramos a salir y empezar con las actividades que manda el colegio pero también hay que ocuparse de la limpieza y el trabajo, no estoy dando abasto”.
Fernando es de Villa General Mitre y tiene dos hijos (uno en sala de 2 y otro en segundo grado) cuyos gritos se filtran a través de un audio de WhatsApp: “Tratamos de mantener rutinas diarias pero se hace muy difícil ocuparse de ellos, hacer los quehaceres domésticos y las cosas de la escuela”.
“Del colegio mandaron cosas para hacer y en algún momento se corta la tele y yo trato de acompañarlos pero hay que estarles encima porque se dispersan y a veces se me va todo de las manos”, dijo.
Juan Tesone, psicoanalista y médico psiquiatra de la universidad de París XII, resaltó la importancia de “no sentirse obligados a hacer de animadores para los niños 24 horas, sino que cada uno vaya encontrando su modo de estar consigo mismo y con el otro, proponiendo actividades que no sean necesariamente las mismas para todos”.
Tesone remarcó que “nunca ´se puede con todo´, y aún menos en estas circunstancias en las que hay que confrontarse con el eventual trabajo a distancia, una vida familiar inédita de todos juntos todo el tiempo, y con la sobrecarga de ansiedad de contagiarse el virus, no poder desplazarse o confrontarse con problemas económicos”, remarcó.
Guido es fotógrafo, está divorciado, tiene una hija de 5 años y dice que está acostumbrado a lidiar con todas esas variables en simultáneo porque suele trabajar desde su casa.
“Pero todo cambia cuando no podés salir a la plaza, mandarla al jardín o a jugar a lo de una amiga, porque no tenés margen para trabajar porque además hay que ocuparse de cocinar, lavar, limpiar, hacer las compras, no sé cómo voy a hacer con todo”, contó.
Soledad tiene dos hijos (en primero y tercer grado) y trabaja en el área de Marketing de una empresa de Tecnología: “Desde hace tiempo estoy acostumbrada al home office y tengo algunas rutinas, pero estas últimas semanas, con la locura y caos que se generó, debo estar haciendo un promedio de 10 horas diarias, sumado a la maternidad full time y maestra de los chicos”.
Si bien la escuela privada de Caballito donde asisten sus hijos pusieron a disposición una plataforma virtual con consignas (canciones, comprensión de texto, “cosas sencillas”) dice que ellos “no están habituados y requieren mucha asistencia para leer, escribir en la computadora y entrar al programa”.
“Estamos tratando de coordinar rutinas -dijo- pero terminamos muchas veces con mi marido, en medio de una call, poniendo plasticola para decorar una caja o gritándoles dónde están las galletitas porque tienen hambre. Lo bueno es que estamos todos en la misma y si bien la carga de trabajo no bajó, la gente comprende”.
Jimena tiene dos hijos, uno de 4 y otra de 6, trabaja en recursos humanos en una empresa de tecnología: “Tengo experiencia trabajando remoto desde hace más de 10 años pero no full time y la realidad es que es muy difícil la coordinación con los chicos en la casa, que hay que atenderlos, prestarles atención y asegurarse que no peleen o miren TV todo el día”.
“Estamos preparados para trabajar remotos pero no estamos aún listos para el home school, nuestro modelo mental y nuestras herramientas no están listas para esto y, mientras tanto, es como querer seguir demostrando que podemos con todo”.
Para Tesone, si bien recomienda consultar sitios de entretenimiento educativo, filmes, series, dibujos y rehabilitar los juegos de mesa, advierte que aburrirse no es un problema”
“Muchas veces el aburrimiento inicial lleva a desarrollar capacidades imaginarias creativas y de encuentro consigo mismo, que en otras ocasiones no se producen”, agregó.
Por último, para los adultos sugirió “no saturarse de excesiva información, ni ocupar los pensamientos con el virus, ni dejar que inocule nuestros pensamientos vaciándolos de todo otro contenido”.