Malvinas la causa de todos los argentinos

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Para vos Sergio, y todos los excombatientes que volvieron y a la memoria de los que quedaron para siempre sepultados en aquellas tierras que nos pertenecen.

Por Jorge Cassani. 02 DE ABRIL DE 2022.

Para las generaciones que fuimos contemporáneas con la gesta de Malvinas, y para el pueblo en general, nos dejó una marca o una impronta, en nuestros corazones y nuestra mente, que seguramente nos acompañará hasta el final de nuestros días.

Si a nosotros, personas comunes, esta gesta patria nos dejó esta marca, seguramente no nos alcanza la imaginación para apreciar en su real magnitud lo que significó para todos nuestros compatriotas que participaron de la guerra.

Una guerra deja huellas imborrables que a la mayoría de nuestros excombatientes les cambió el rumbo de sus vidas. En particular durante los años posteriores al 2 de abril de 1982, hablé con muchos excombatientes y también escuché y leí notas donde relataban su experiencia de la guerra.

También busqué por todos los medios la posibilidad de viajar a las islas como turista, pero más como ciudadano, bien patriota, para ir a honrar la memoria de nuestros compatriotas caídos en combate y también honrar a nuestros veteranos de guerra.

En febrero de 2016, junto a mi esposa logré ese sueño de estar en nuestras Malvinas y en particular en el Cementerio de Darwin. Todas esas emociones me llevan a compartir con ustedes una de mis vivencias, vinculadas con la causa Malvinas.

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Hoy se cumplen 40 años del desembarco de las tropas argentinas en las islas. Como dije previamente nunca imaginamos las secuelas que sufrieron nuestros soldados. Sino observen cuantos volvieron y no se aguantaron tanta tragedia sobre sus cuerpos y mentes y optaron por quitarse la vida. Hubo otros que recibieron ayuda de otros excombatientes y de mucha gente que ayudó, sino a recuperar, al menos a que se sientan contenidos en nuestra sociedad.

El caso que traigo a este relato es el de uno de esos jóvenes soldados que varios años después de haber terminado la guerra, no encontraba ese sosiego o esa paz interior que le permita proyectar su vida. Este excombatiente, cuando volvió de la guerra trabajó de peón rural en un campo en las proximidades de la localidad de Pozo del Molle.

Su madre muy preocupada por la situación que atravesaba su hijo, que tenía mucha fragilidad psicológica, requirió ayuda de los excombatientes de V. María. Quiero aclarar que algunas situaciones fueron adecuadas para lograr una mayor comprensión del lector, pero no se alteró en absoluto las distintas vivencias de este exsoldado de nuestra Patria.

La situación se desarrolló en el corralón Municipal, en el área de electricidad al que yo pertenecí y en esa época estaba a cargo.

En particular quiero que sea un tributo para este gran excombatiente, para que su pecho siga inflamado de orgullo y para todos los soldados que combatieron en y por Malvinas. Para vos Sergio y todos los excombatientes que volvieron y a la memoria de los que quedaron para siempre sepultados en aquellas tierras que nos pertenecen.

Esta historia se inició allá por el año 2000, cuando recibí un llamado telefónico de una persona, que no está más entre nosotros y que fue un gran amigo el Dr. Alberto Langer, quien me informa de la situación que atravesaba un excombatiente, como dijimos vivía en la zona rural de Pozo del Molle. Precisamente se trata del héroe de este relato que se llama Sergio, al que con la intención de proteger a él y su familia será anónimo, él en particular y el resto de sus camaradas, seguramente deducirán de quien se trata.

El Dr. Langer me planteaba la necesidad de ayudar a Sergio, en su recuperación, atento a que su hijo, también excombatiente y responsable del grupo de veteranos de Villa María, habían acudido en su ayuda y querían trasladarlo a Villa María para que pudiera aprender un oficio, en un lugar que se sintiera contenido y cuidado.  Al ser una repartición pública, habían hecho los trámites correspondientes con las autoridades, y el intendente de ese momento había dado el consentimiento para que nuestro héroe viniera a hacer una especie de pasantía al área de electricidad, tal como les había planteado Sergio.

A los pocos días estos solidarios amigos lo acompañaron hasta el corralón Municipal. Fue ahí que lo conocí y lo recibimos, digo recibimos porque todos mis compañeros ayudaron en esta tarea de ayuda para rehabilitación dado que era importante su deterioro psicológico. Esa situación la pude detectar esa mañana en la que intenté iniciar un diálogo dando la bienvenida a nuestro héroe. De manera que se sintiera contenido, lo ubiqué en un lugar de trabajo, como el depósito de nuestras dependencias para que estuviera siempre acompañado, por otra persona que lo ayudara en el objetivo de que se integrara a nuestro ámbito laboral.

Lo recibía todos los días, atento a que mi oficina, estaba contigua al lugar que le asignamos. Trataba de hablar con él, con la intención de hacerle saber y entender que estaba contenido y que se sintiera tranquilo. No fue fácil, recién después de varios días comenzó a manifestarse, cuando intentaba que me contara como se sentía. Me insistía con su intención de salir a trabajar fuera de este lugar… Que quería aprender electricidad, eso repetía y yo insistía que nos debíamos conocer para darle seguridad y pudiéramos lograr el gran objetivo de ayudarlo. Pero, se fue abriendo de apoco, amigándose con los compañeros y todos lo protegían y ayudaban. Yo seguía con la misma intención todos los días, intentaba de que él fuera sintiéndose mejor.

Con el pasar de los días, ayudaba en el depósito y quien estaba con él me contaba de sus avances y de sus manifestaciones. Así de a poco lo mandaba siempre con otro compañero, para que él se afianzara, no tardó mucho en ir haciendo un aprendizaje de las primeras enseñanzas del oficio que le transmitían los ocasionales compañeros. Como también seguía progresando en el vínculo y se comunicaba con mayor asiduidad con el resto. Siempre el Dr. Langer me consultaba como iba Sergio, atento a que la profesional psicóloga consideraba muy importante esta pasantía laboral como terapia de recuperación. Con el pasar de los meses nuestro héroe fue integrándose con sus compañeros y aprendiendo el oficio, siendo un eficiente ayudante…

Pasaron como cuatro años, Sergio ya era uno más en el equipo de trabajo, me contaba de su vida y que venía consolidando un vínculo afectivo. Yo siempre le hablaba y él me correspondía comentándome que se sentía bien y también me contaba sus proyectos de vida. De ahí en más, siguió asimilando los conocimientos del oficio. Cuando requería algún particular alguna mano de obra para reparaciones o trabajos menores, le decía que podía hacerse una “changuita” y él muy voluntarioso aceptaba, eso también lo ayudó en su recuperación y se ganaba sus pesitos…

Así fue pasando el tiempo, un día me cuenta que tenía el proyecto de casarse para fin de año y que quería que fuéramos los compañeros a su fiesta…

Fue transcurriendo el período de consolidación de Sergio, en nuestra sección electricidad. También se animaba con ciertas personas a contarle su dolorosa experiencia en Malvinas. Pero había cambiado totalmente su personalidad comparada con sus primeros días. En ese tiempo también le llegó la asignación como excombatiente, que la tenía, pero era muy poco y había mejorado. Por supuesto fuimos a su fiesta de casamiento, esa noche la pasamos muy bien, más allá de la lluvia y la gran tormenta sobre la ciudad. Acá debo destacar el apoyo de los veteranos y en particular de un exintegrante del crucero ARA Belgrano, que ofreció su salón para realizar el evento.

Tiempo después, me comunicó que no seguiría trabajando, de manera que se retiró. Le adjudicaron una nueva vivienda del IPV, donde vive con su esposa, siendo el ejemplo de una persona que aprendió un oficio, se recuperó de todo lo que vivió y sufrió al retorno de Malvinas. Desde aquellos años, en que compartimos esta experiencia, cada 2 de abril, por la mañana le llamo y le agradezco por haber defendido nuestra bandera. Hablamos unos minutos y nos despedimos con un “Viva la Patria” …

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