Quizás no fue un año perdido.

2020 año no tan malo

Por María Soledad Talamoni

Escuche decir muchas veces por estos días, ¡Que se termine este 2020!, con ímpetu y deseo ferviente, de manera insistente y casi rogando, hasta con hastío y desesperación. Lo escuche,  y también lo dije…

Mini Paint, más que un taller: una garantía de confianza en Alejo Ledesma.

Año difícil, sin lugar a dudas… si tuviera que definirlo con una palabra, diría… distinto.

Fue un año de cambios, y los cambios siempre son traumáticos, depende de nosotros que esos traumas produzcan cambios positivos o negativos.

Mini Paint, más que un taller: una garantía de confianza en Alejo Ledesma.

Hoy mientras tomaba unos mates mirando la huerta que hicimos en familia, y que  surgió gracias a la pandemia, decidí quedarme con lo positivo.

Y comienzo con esa huerta… que nació porque “algo había que hacer para matar el tiempo” , porque por primera vez en muuuchos años… hubo días en que sobro el tiempo, y ante la sobredosis de Netflix, nos decidimos a cultivar y descubrir el inmenso placer de ver nacer una vida, y el de sentir que la madre tierra alimenta.

S.A. UNIÓN GANADEROS DE CANALS

Hubo pérdidas de fuentes laborales… y si bien estuvieron los que se quejaron, y solo hicieron eso, hubo otros a los que la necesidad hizo reinventarse y se convirtieron en emprendedores. Muchos se animaron a trabajar en eso que toda la vida soñaron y nunca se habían animado… No había nada que perder , si ya todo estaba perdido, y el cambio fue positivo, te dicen con una sonrisa en la cara.

Hubo aulas vacías… pero gracias a las clases virtuales conocimos a las “seños”, con la que muchas veces, en otros años, apenas cruzábamos un buen día, o un buenas tardes en alguna reunión informativa. Esta vez trabajamos codo a codo por la educación de nuestros hijos.

Hubo encierro…pero descubrimos el valor de los amigos y  la familia. Nos conectamos, gracias a la virtualidad, con aquellas personas que nos vemos casi nunca por las distancias que nos separan o por el frenesí de la vida, que nos impide sentarnos cinco minutos y mandar un wsp diciendo… ¿Cómo estás?… De golpe me vi preocupada por esa amiga de la adolescencia, a la que hace mil años que no veo, que tenía un familiar con Covid, y a pesar de la distancia estuvimos juntas pasando por este difícil trance.

Hubo tiempo libre… y surgieron ideas, muchas ideas, que poco a poco comenzaran a hacerse realidad. Libros, canciones, pinturas, danzas…  Empezaron a aparecer resabios de esa cultura que estaba marchita y deshojada, resurgieron los artistas.

Hubo sedentarismo, millones de pizzas y masas cocinadas, y de golpe las plazas se llenaron de caminantes… La juntada a tomar mate en casa entre amigos o el café del bar, se transformaron en…  ¡vamos a caminar al veredón!.

Hubo que ayudar a los niños… y volvieron a leerse cuentos, resurgieron los juegos de mesa, las canciones infantiles y las adivinanzas. Hubo que sacar a los niños del encierro, y las plazas y parques se llenaron de familias.

Hubo que ayudar a los ancianos… y aparecieron los vecinos, a los que a veces ni conocemos, a dar una mano.

Hubo héroes anónimos… millones…  anónimos y silenciosos, que se cargaron esto al hombro. Que dejaron su casa, su familia, su tiempo libre y lo dedicaron al otro… a cuidar los ingresos a las ciudades, a visitar y monitorear enfermos, a organizar, a verificar protocolos, que trabajaron de manera invisible y mancomunados para que las consecuencias del paso del virus fueran las menores posibles.

Hubo nuevo vocabulario, la RAE de parabienes, incorporamos nuevas y resucitamos del diccionario palabras que ni sabíamos que existían: pandemia, satinizar, resilencia, virtualidad, protocolo… y también hubo nuevos olores… todo huele a alcohol o lavandina.

Hubo que actualizarse… tomamos cursos intensivos de tecnología, hubo que aprender cosas nuevas que en otras circunstancias no hubiéramos aprendido. Ya el zoom, el team viewer, las conferencias virtuales, el wsp, son de uso cotidiano.

Hubo largas colas fueras de los comercios… pero volvimos a dialogar, a preguntarle al otro como está, a conocernos.

Hubo temores, y sirvieron para reencontramos internamente, para replantearnos que estamos haciendo con nuestra vida, si es así como la soñamos.

Hubo pérdidas de vidas… y de eso si que no saco nada bueno… no hay manera de hacerlo.

Es cierto que hubo maldades, rencores, el señalar con el dedo, dolor por las injusticias, molestias por el no poder hacer… pero decidí cerrar este 2020 con lo bueno, conque apareció la  empatía, el servicio a quien lo necesitaba, con el apoyo brindado a quien sufre, con el resurgir de laboratorios y trabajo mancomunado en post de conseguir una vacuna o un medicamento,  con que algunos aprendieron a ser menos individualistas,  que no es por mí que me cuido .. sino que es por todos.

Quizás no fue un año perdido.. me quedo con la esperanza de que haya sido un año de aprendizaje…

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