Nadia, la de mi pueblo.

Por Carlos Marcelo Schachner

“Cuando mis antepasados llegaron de Ucrania, consiguieron trabajo en un campo cercano a Santa María. No tenían donde dormir, y lo hacían debajo de un carro cuyo contorno tapaban con telas y cueros”. A esta historia, común a las de tantos abnegados inmigrantes y casi imposible de asimilar en el confort de nuestros días, me la contó Juan Podoroska, una soleada tarde en la que nuestras caminatas coincidieron bajo la sombra protectora del Parque Sarmiento.

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Juan, ya jubilado, fue un periodista de raza que llegó a ser jefe del Servicio Informativo de LV 16 Radio Río Cuarto luego de arribar a la ciudad procedente de Canals, casualmente, mi pueblo natal.

Tuvo cinco hermanos: Teresa, la madre de mi querido amigo y compañero de desventuras futbolísticas Angelito Becher, Basilio, quien fuera sacerdote en las parroquias de Canals y Ucacha, José, Miguel, Juan y Oscar; según refiere el siempre atento y preciso archivo de mi primo Eduardo Schachner. Del tercero de ellos, recuerdo que formó una sociedad comercial con otro notable José de nuestro pueblo: Bachmeier, a quien una temprana enfermedad lo llevó cuando presidía la comisión creadora de la Fiesta Nacional del Oro Blanco, en compañía de “Pichón” Arzú, Borras y Gonzáles Díaz, entre otros pioneros.

En épocas de escasa televisión y nula conectividad cibernética, formar familias numerosas resultaba habitual. Así, José y su esposa, cuyo nombre no viene a mi memoria pero seguramente algún lector aportará, trajeron al mundo cinco hijos: Juan José, Gloria, Marcelo, Cecilia y Analía, de acuerdo con el agradecido aporte de Catalina Sivit, alguien que mucho hizo por el deporte canalsense, vaya casualidad…

Marcelo era un aventajado alumno de la promoción 1976 del Instituto Belisario Roldán. Espigado, de cabellera rubia y ojos claros, logró ser el foco de atención de las bellezas femeninas de mi pueblo. Más aún lo fue cuando junto a Antonio Palumbo (sí, el Tony de la peatonal cordobesa), Edgardo Gorostiague, Fabián Pfleiderer y Nechy Amaya formaron un grupo musical que animaba peñas, cumpleaños y hasta festivales como el ya apuntado del Oro Blanco.

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Con el egreso consumado y el pasaporte a un futuro que lo convertiría en farmacéutico, mi tocayo partió a Rosario cuando despuntaba el año 77. Nunca más tuve oportunidad de dialogar con aquel flaco con pinta de bohemio y voluntad de inmigrante, hasta que, en estos días, inesperada pero gratamente, las noticias me recordaron su existencia: una joven de 23 años llamada Nadia, llegó para revolucionar el mundo del tenis.

La bisnieta de los inmigrantes que trabajaban por la comida, la hija del flaco bueno y pintón que tocaba la guitarra, la sobrina de Angelito, nos conmueve y alegra al mismo tiempo. Y, más allá de los resultados deportivos de aquí en adelante, Nadia demostró que se puede cuando existe empeño y voluntad, más allá de las carencias y dificultades ( si no hubiera conseguido los brillantes resultados de este año, le resultaría imposible subsistir en el exigente circuito mundial con epicentro en Europa, donde la vida cotiza en Euros; pero mejor no opacar hazañas con nuestras desventuras nacionales).

Nadia no es canalsense, aclaro. Pero su familia tiene las raíces en las mismas calles donde mis viejos plantaron sus árboles, donde el “loco” valija corría a los pasajeros del tren, donde Santucho jugaba a ser Jardín Florido, donde La Helvecia nos enseño a nadar y pescar…

Por eso siento (y sentimos, me atrevo a pluralizar) que cada vez que Nadia impulsa la pelota hay un canalsense bajando la red y un “ruso” de Santa María corriendo hacia atrás las líneas de la cancha.
MS
N de la R: Aldea Santa María es una colonia agrícola situada a unos 15 kilómetros al sur de Canals. Si bien los inmigrantes que la formaron son, en su mayoría, ucranianos, yugoslavos, polacos, alemanes y franceses, por su aspecto físico se los denominaba “rusos”.
Colaboradores:
Juan Podoroska
Catalina Sivit.
Eduardo Enrique Picchio Magri.
Gustavo y Gabriel Fernández.
Marcelo Arzú.
José Luis Benfatto.
Angel Becher.
Fabio Ernesto Barbás.

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