El debate general dejó momentos memorables: boicots, acusación de sabotaje, llamados urgentes por Gaza y la creación de un foro global sobre inteligencia artificial. Entre tensiones y promesas, la ONU enfrenta su desafío más grande: demostrar que aún es relevante.
Del 23 al 29 de septiembre, más de 190 líderes desfilaron por Nueva York con discursos que marcaron el pulso de la geopolítica mundial. El balance final expone una ONU que lucha por reinventarse entre la polarización y la urgencia de actuar.
El 23 de septiembre de 2025 marcó el inicio de la 80.ª sesión de la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York, con una solemnidad rara: la ONU celebra ochenta años, pero lo hace en un contexto de profundas crisis.
Desde el podio, el secretario general António Guterres lanzó una advertencia contundente: los pilares de la organización —paz, desarrollo, derechos humanos— “se tambalean” por la impunidad, la desigualdad y la indiferencia global.
El tema central del debate político fue anunciado como “Trabajando juntos: 80 años por la paz, el desarrollo y los derechos humanos y el camino a seguir” , un llamado a la unidad justo cuando el orden mundial luce fragmentado.
Uno de los primeros discursos fue el de Luiz Inácio Lula da Silva , presidente de Brasil, quien defendió el reconocimiento internacional de Palestina y condenó el genocidio en Gaza como uno de los capítulos más oscuros de nuestra era.
En contraste, Estados Unidos, representado por Donald Trump, lanzó una ofensiva verbal: cuestionó la eficacia de la ONU e insistió en que no hay justificación alguna para reconocer a un Estado palestino sin garantías de paz.
Un hecho político llamativo: antes del inicio de los discursos, la Asamblea General aprobó por mayoría (145 votos a favor) que Palestina pudiera intervenir por videoconferencia, en respuesta al veto de EE. UU. para otorgar visados a su delegación.
Además, la nueva presidenta de la Asamblea, la alemana Annalena Baerbock , fue elegida para presidir esta 80.ª sesión. Baerbock es la quinta mujer en asumir ese puesto en la historia del organismo.
Este primer día dejó claro que la ONU cumple 80 años, pero lo hace bajo fuego: crisis institucional, luchas por relevancia y un escenario internacional marcado por desigualdades que muchos consideran una prueba de fuego para su sobrevivencia.
“Zelenski y Felipe VI sacuden el escenario global en la segunda jornada de la ONU”
En su discurso ante la Asamblea General, Ucrania exige respaldo militar y alerta sobre amenazas expansivas; Mientras España y Francia defienden el papel multilateral frente al nacionalismo y critican la escalada belica.
El segundo día de la 80ª Asamblea General de la ONU mantuvo un clima de confrontación política y emocional: los oradores no dudaron en usar el micrófono para cuestionar, anunciar y convocar alianzas.
El presidente ucraniano Volodímir Zelenski se alzó contra la pasividad internacional: “No hay garantías de seguridad salvo las armas y los amigos”, declaró, y pidió que la ONU actúe con firmeza contra la agresión rusa.
Hizo hincapié en que su país podría ser solo el inicio de una ofensiva más amplia contra Europa si la comunidad internacional no actúa con urgencia.
Desde Europa, el discurso de Emmanuel Macron se convirtió en una réplica directa al tono agresivo de Donald Trump: el presidente francés defendió el multilateralismo frente a “la ley del más fuerte” y cuestionó a quienes buscan imponer su voluntad por la fuerza.
El rey Felipe VI de España también subió al estrado y aprovechó para condenar la masacre en Gaza, exigir un alto al fuego y exigir responsabilidad internacional. “No podemos guardar silencio ni mirar para otro lado”, dijo, instando al cumplimiento del derecho internacional.
Además, en un guiño al debate global, Felipe VI defendió que la ONU sigue siendo la mejor salvaguarda frente a los intentos de hegemonía unilateral.
La jornada estuvo marcada por polarización diplomática : discursos cargados de reproches cruzados, denuncias sobre debilidad institucional y llamados urgentes a recuperar la legitimidad del sistema multilateral.
“Día 3 de la 80ª ONU: voces decisivas sobre Palestina, AI y retos globales”
La tercera jornada del debate general se centró en el conflicto en Gaza, el papel de la inteligencia artificial y la urgencia de reformar la gobernanza mundial; Los discursos clave de Abbas, líderes africanos y Asia captaron la atención.
El 25 de septiembre fue una jornada intensa en la Asamblea General de la ONU , con discursos focalizados en la crisis palestina, los riesgos y oportunidades de la inteligencia artificial, y la necesidad de revitalizar instituciones globales.
El presidente palestino Mahmoud Abbas intervino por videoconferencia y urgió a la comunidad internacional a imponer sanciones contra Israel si no cesaba el bombardeo en Gaza. Sus palabras resonaron entre aplausos y críticas, al reafirmar que un Estado palestino debe integrarse a la ONU con plenos derechos.
Varios países africanos tomaron la palabra para denunciar la inequidad en el acceso a las vacunas, la deuda externa y la explotación de recursos naturales. Para muchos, este día sirvió para reivindicar una voz más fuerte del Sur global en la gobernanza internacional.
En un paso resonante, la ONU lanzó oficialmente el Foro Global para la Gobernanza de la Inteligencia Artificial , plataforma destinada a coordinar estándares, regulaciones y cooperación multilateral en la era digital. Este anuncio posiciona la IA como un tema de soberanía colectiva y riesgo existencial.
También se destacó la presencia de Jefes de Estado de Asia y el Pacífico, algunos demandando reformas al Consejo de Seguridad para adaptarse al siglo XXI; otros insistieron en que el multilateralismo debe pasar de ser discurso a mecanismos tangibles de cooperación.
El debate de hoy reafirmó que las grandes crisis del mundo moderno —guerra, tecnología, desigualdad— no admiten respuestas aisladas. La Asamblea se convierte así en un escenario de convergencia dramática: voces polarizadas, expectativas enormes y apuesta por acción colectiva.
“Netanyahu irrumpe con la polémica y deja la sala casi vacía en el día 4 de la ONU”
El primer ministro israelí generó boicot masivo tras su discurso, al compararse con acusación de genocidio y provocar la salida de decenas de delegaciones. La presión sobre Gaza y el aislamiento diplomático se tornan ejes del debate.
La cuarta jornada de la 80.ª Asamblea General de la ONU se convirtió en un capítulo tenso y dramático, con el discurso de Benjamin Netanyahu como detonante principal para una protesta diplomática inédita.
Al subir al estrado, Netanyahu defendió la política belica israelí y rechazó la acusación de genocidio: “Estamos haciendo todo lo contrario a un genocidio”, aseguró ante la Asamblea. Sus argumentos subrayan que las operaciones militares responden a una defensa legítima para buscar contra el terrorismo.
Pero fue su presencia la que generó la reacción más fuerte: numerosas delegaciones se pusieron de pie y abandonaron la sala en protesta antes de que hablara. El auditorio quedó sensiblemente vacío, como gesto simbólico de desaprobación diplomática.
El gesto de boicot se interpretó como una condena tácita al discurso, pero también como un momento de ruptura en la Asamblea: no fue sólo lo que se dijo, sino cómo se respondió. Algunos se quedaron para escuchar declaraciones audaces, otros se retiraron para no validar su mensaje.
Más allá del episodio israelí, la jornada reforzó un ambiente de polarización: las tensiones entre defensa de la soberanía, crímenes de guerra y responsabilidad colectiva se volvieron temas ineludibles en todos los discursos caucus.
Este día 4 consolidó una idea ya latente: no basta con hablar si no se garantiza que las palabras tengan respaldo efectivo, y simbólicamente, muchas delegaciones prefirieron abandonar antes que asistir a un argumento controvertido.
“Día 5 en la ONU: consenso sobre IA, confrontación cruzada y tensiones crecientes”
El quinto día de debate en la 80.ª Asamblea General destacó por el lanzamiento oficial de un foro global sobre inteligencia artificial, competencia de sabotaje técnico de Donald Trump y crecientes críticas hacia el rol de la ONU en crisis bélicas.
El 27 de septiembre de 2025 fue una jornada clave en el tramo final del debate general de la Asamblea General de la ONU, marcada por dos ejes que compitieron por atención: la gobernanza de la inteligencia artificial y las disputas políticas que cuestionan el papel del organismo.
En este día se lanzó formalmente el Diálogo Global sobre la Gobernanza de la Inteligencia Artificial , iniciativa copatrocinada por España y Costa Rica. El objetivo: diseñar un espacio multilateral para regulaciones, estándares éticos y cooperación internacional en torno a la IA. António Guterres lo describió como “multilateralismo ágil e inclusivo”, mientras que la presidenta de la Asamblea, Annalena Baerbock, enfatizó que todos los países deben “sentarse a la mesa”, sin excepción.
Pero la jornada también fue escenario de acusaciones explosivas: Donald Trump denunció un “triple sabotaje” durante su intervención en días anteriores. Según su versión, una escalera mecánica se detuvo abruptamente, el teleprompter cayó y el sistema de sonido quedó inoperativo. Exigió una investigación inmediata y acusó al secretario general Guterres de negligencia. Guterres respondió admitiendo que la misiva fue recibida y ordenó una revisión “exhaustiva” de los eventos.
Este episodio exacerbó las tensiones y latentes: la credibilidad de la ONU como foro imparcial quedó en el centro del debate. Lo que para algunos fue un hecho aislado parecería para otros un síntoma del desgaste institucional que cuestiona su autonomía frente a presiones políticas.
Asimismo, mientras los líderes hablaban de tecnología del futuro, en paralelo resonaba el drama del presente: continuaron los reproches por la gestión de conflictos en Gaza y Ucrania, y críticas respecto a la lentitud para imponer sanciones o mediar con eficacia. Varias delegaciones cuestionaron que la ONU haya sido testigo pasivo ante crímenes de guerra y situaciones de urgencia humanitaria.
El quinto día consolidó la imagen de una Asamblea partida: por un lado, iniciativas tecnológicas innovadoras que podrían renovar su mandato; por el otro, gestos y acusaciones que alimentan la narrativa de que la ONU está al borde de perder legitimidad frente a una crisis mundial. Con una semana diplomática por delante, el final del debate general promete ser intenso.
“Jornada decisiva: cerrando el telón de la 80ª Asamblea con reclamos y anuncios”
En el sexto y último día de la Asamblea General, se intensificaron los llamados por un alto el fuego en Gaza, nuevos reclamos de reforma institucional y discursos de cierre que buscaron dejar una hoja de ruta clara para el futuro.
La clausura combina denuncias sobre crímenes de guerra, promesas de cooperación digital y una atmósfera de urgencia ante la crisis de legitimidad del multilateralismo.
Llegó el 29 de septiembre de 2025, el día final del debate general de la 80ª Asamblea de la ONU, y lo hizo bajo una presión diplomática que reflejó crisis acumuladas: conflicto en Oriente Medio, desconfianza institucional y exigencias de acción concreta.
Uno de los temas más recurrentes fue nuevamente Gaza . Líderes que aún tenían turno alzaron la voz para exigir un alto el fuego inmediato, sanciones a quienes violan los derechos humanos y el envío sin obstáculos de ayuda humanitaria. Se reclamó que la ONU no sea cómplice de su inacción.
En paralelo, el tono de los discursos reafirmó la urgencia de reformar la ONU : muchos delegados insistieron en que sin una renovación profunda—más transparencia, menos burocracia, mecanismos más ágiles—la institución corre el riesgo de volverse irrelevante frente a una crisis global.
El debate también volvió a tocar la inteligencia artificial y la gobernanza digital , temas que ya habían surgido con fuerza en jornadas anteriores. Se renovaron llamados para que la cooperación tecnológica no deje fuera al Sur global, y se prometieron centros de monitoreo compartidos y estándares internacionales.
En sus palabras finales, la presidenta de la Asamblea, Annalena Baerbock , remarcó que los discursos no bastan: “Las ideas deben transformarse en acciones”, sentenció, instando a los miembros a asumir compromisos concretos más allá del simbólico paso por el podio.
El cierre de la Asamblea fue agridulce: mientras algunos saludaron el esfuerzo diplomático, otros salieron con la sensación de que la 80ª sesión fue más declarativa que ejecutoria. El desafío ahora es convertir las promesas en resultados, justo cuando el mundo espera que la ONU recupere su capacidad de liderazgo real.
El balance final muestra un organismo dividido: avances en temas de cooperación tecnológica y consenso en que la ONU debe modernizarse, pero al mismo tiempo, grietas profundas sobre los grandes conflictos bélicos y humanitarios.
En su 80º aniversario, la ONU no celebra con aplausos, sino con un desafío existencial: demostrar que sigue siendo un faro para la paz y no un escenario de discursos vacíos.
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