Una nueva entrega de “La columna de Iván Ferreyra”
Quizás en los libros de historia de los pueblos nunca haya lugar para los Flavio Coronel, para eso existimos los escritores, para que eso suceda, sino para que existimos. Agus Coronel nos cuenta la historia de su padre.
“Mi viejo nació el 18 de agosto de 1970. este año cumpliría cincuenta años. Ya hace once años que falleció, el hijo mayor de trece hermanos, después sigue mi tía Carla y Marina su hermana más chica que vive en el sur con Federico. Hizo toda la primaria y secundaria, si yo mal no recuerdo era hasta quinto año. Y le faltaron un poquito de materias, lo que si recuerdo que a los diez años, que se vencían los planes y me acuerdo que mi mamá le insistía mucho, creo que eran dos materias que tenía que rendir para tener el título. Hizo como si fuera una especialidad, algo en dibujo, que recuerdo que dibujaba muy pero muy muy bien, y en cuanto a mi infancia, una vez teníamos que presentar un dibujo del cuidado de la plaza me parece, y el me dibujo, no me voy a olvidar nunca, un jardinero, que tenía puesto un jardinero de color azul, lo había hecho tan bello, tengo el recuerdo y después elegían a los más lindos, que después de haberlos hecho con la familia, elegían los más lindos y los colgaban en diferentes lugares del pueblo y yo me acuerdo que el mio fue uno de los seleccionados, bah, el de mi papá. Yo sentía un orgullo, fué uno de los elegidos, y los colgaron en lo que era anteriormente la guarderia municipal. Era muy bueno dibujando, tenía una letra muy prolija. Era muy estricto con muchas cosas, que de hecho yo herede muchas de esas. Muy estricto, muy ordenado, sumamente. A los dieciocho años más o menos se vino a vivir a Canals con mi mamá. Les costó un montón todo. Nunca dejaron que nadie les regale nada. Y las ayudas siempre fueron hasta ahí nomás. Mis abuelos maternos tenían una posición buenísima, eran distribuidores de Coca Cola en toda la zona. Estaban muy bien económicamente. Mi papá trabajaba en un primer momento en el ACA. Mis abuelos maternos llevaban a mi madre y a mi hermana a comer al mediodía, y el con esas monedas, compraba veinticinco gramos de mortadela y dos bollitos de pan. Después mi abuelo lo contrata para trabajar y empieza a levantar pedidos, después andaba en el camión. Hay cosas que me hacen acordar mucho a él, un objeto, su maletín, no en la forma cuadrada, sino eran de los blanditos, como un monedero grande, ahi llevaba sus papeles, anotaciones, y lo perdió en La Carlota, y lo encontró una nena, no me voy a olvidar nunca la muñeca que le regaló, una barbie hermosa, es que nosotros eramos tantos, que los regalos eran para todos, recuerdo la película El jorobado de Notre Dame, una pileta, siempre un regalo grande para todos. Eramos un montón y todos seguiditos. Despúes mis abuelos le ayudan a comprar la agencia de quiniela que estaría cumpliendo veintisiete años después la seguimos nosotros. Por supuesto. La compró con la empleada que está con nosotros, que es nuestra principal cabeza, nuestra salvación. Quién lleva adelante, sin ella, tantas cosas no sabríamos hacer. Compró la agencia, y le costó un montón, como siempre, cuando nosotros eramos chicos. Al principio yo tengo el recuerdo del sacrificio, y el de contarnos cosas para que valoremos. El orgullo que es para nosotros saber que vive en el recuerdo de mucha gente y eso es porque fue un gran tipo. Diría tantas cosas de él, tantas, porque en el medio de esa vida que llevaba como podía, que uno ahora adulto entiende otras tantas cosas, nunca dejó de ser un excelente padre. Jamás. Estoy seguraque junto con mi vieja hicieron un buen trabajo porque los cimientos los dejaron y se ven reflejados en el esfuerzo con el que salimos adelante, como pudimos, pero salimos, todos estudiamos, trabajamos, buscamos nuestro rumbo y seguimos buscándolo, siempre guiandonnos con los valores que nos inculcaron, siempre, por último y lo más importante es que nos amamos y ese es el mejor regalo que le podemos dar, dónde quieran que estén. Vos me preguntas el nombre de mis hermanos y yo te nombro a Julieta, Camila, Florencia, Federico y Luisina. Pero jamás podría obviar a Facu y Anto que son dos hijos que tuvo mi papá con otra pareja. Un corazón tan noble Chicato. Muy especial para nosotros. Nos mima tanto que siempre nos hace milanesas con papas al disco. Y seca las papas en una caja de cartón. Enzo que está cumpliendo ochenta y un años y mi abuela Olga. Su Olguita, mis abuelos son unos genios, los mejores del mundo, salieron adelante como unos guerreros, ellos vienen una vez a la semana a vernos, hoy en día vivimos todos en casas separadas, vivimos mucho tiempo juntas, nos hacíamos cargo cada uno un poco de nosotros mismos, pero mis abuelos, van una vez por semana al cementerio a verlo, una de las personas más importantes de mi papá después de sus hijos, era su mamá, y mi abuela merece un punto aparte, un premio a la voluntad, a la fuerza, a todo, creo que una de las cosas mas difíciles de ser mamá es perder un hijo y ella salió adelante como una guerrera, nuestra familia ha bancado cosas que dudo que una mujer pueda bancar. Ir a Pueblo Italiano es sinónimo de encuentro, de sobremesas eternas, de comida rica, de buenos tragos, de probar, de disfrutar, mi padre nos inculco su amor por su pueblo, yo amo Pueblo Italiano, toda mi infancia, fui a Pueblo Italiano, a la escuelita de verano, a los partidos de futbol, amo todo lo que amaba mi papa, era muy de marcar las cosas que el amaba, rescatar el amor que mi papa tenia por su pueblo, por comer todos juntos, y después de mucho tiempo se volvió a lograr, dejamos de llorar en las fiestas, y empezamos a disfrutar, a comer rico, a abrazarnos, a querernos, y mis abuelos estuvieron y estarán al pie del cañon”.
En esta fotografía estamos los seis, y mi hijo Iván. El único nieto que conoció y amaba profundamente. Un año disfruto de su nieto y hasta en ese rol fue el mejor.
Flavio Coronel, un imprescindible, una persona inolvidable, que los que estamos vivos nunca olvidaremos.
Hasta la próxima.
Iván Ferreyra
Especial para Eccos Multimedios.