La columna semanal (que no leé nadie) de Iván Ferreyra
“Cuando mueras, sólo te llevarás aquello que hubieres dado” Saadi (Poeta Persa)
La infancia termina cuando uno comprende que va morir. Es un televisor que se apaga. Y esa muerte no llega nunca
Los recuerdos son engranajes para mover las piernas. Caminar buscando el orto al final de la tarde.
El umbral se rompe tal vaso de vidrio. Luisito es un engranaje de Canals. Con su panza de madera llena de golosinas se abra paso.
Las canchas se transforman en su carrusel. Cada vez que se acerca los niños se cuelgan de sus padres para mirarlo.

Como un mago con voz de nene ofrece sus dulces. Con displicencia limpia su pueblo para que los niños no se ensucien.
Arrastra los pies como si tuviera kilos de piedras en sus bolsillos. Su paso señalizado por las hadas, para que los niños lo encuentren, tal Hansel y Gretel.
La niñez es un mundo aparte. Un mundo hermoso. Luisito es parte de ese mundo. A veces dejaba sus dulces y jugaba a la mancha.
Su praliné con camon. Quiero abrazarlo, cualquiera puede hacerlo. Preguntarle que sueña. Si tiene una capa de energía que no lo deja estar triste.
Ahí pasa Luisito de pantalón corto a jugar al parque. Con su cuerpo tatuado de sonrisas de niños. En un mundo serio y lleno de niños.
Dibujo: Ramiro Argañaraz